lunes, 15 de marzo de 2010

Observaciones vaquísticas

A mis amigos, les pido que me disculpen por esta noticia sin anestesia... El otro día ibamos en el auto con papá a comer un asadito, doblamos por la calle Italia y cuando llegamos a lugar de destino tuvimos que afrontar la triste realidad: cerró el Rancho de Mario. No podíamos creer lo que nuestros ojos veían! Cómo podía ser que esa parrilla tan rica que iba en contra de todas las normas de habilitación haya cerrado?!
Como no ibamos a renunciar a la idea de manducarnos un asado/bondiola/choripan, pasamos entonces al plan B: bondiolazo en El puestito del tío. El puestito se convirtió en un pequeño restaurante con todas las comodidades necesarias para evitar esos pensamientos tan comunes entre la gente que acude a esos lugares ("...se habrá lavado las manos este hombre antes de agarrar el pan de mi hamburguesa?" pero obvio que no, querida). La cosa es que había tanta gente y por todos lados que tuvimos que pasar al Plan C. Puestito de Jose Luis en Costanera. Sepan que los personajes que van a esos lugares un domingo al medio día son muy particulares. Mientras papá, un señor (239 años, subido a una bicicleta-nave espacial con calcita abultada, remera de ciclista, casco, guantes, inflador y anteojos de sol) y yo esperábamos a que nos den nuestras bondiolax, escuchaba los pedidos de la gente y noté que, sobre todo las mujeres, tienden a querer minimizar el atracón que se van a pegar. Por ejemplo, una chica llega con su novio. El novio pide un choripan simple y ella con voz de virgen maría le dice al parrillero "Podría ser una BONDIOLITA completa? con huevo, tomate, lechuga, jamón, queso, mayonesa y chimichurri, por favor?!". Otra señora con su hijito: "me darías un SANGUCHITO de lomito con huevo jamón queso lechuga, salsa criolla y mayonesa?! y qué más le podía poner?" Pero hija de puta! sabemos que es para vos! a tu hijo todavía ni siquiera le salieron los dientes!
También llegó un señor con una señora y dos tzicas con jopo. El hombre muy bien vestido le hacía notar al resto que había sido arrastrado hacia ese lugar de pabres por alguna fuerza mayor llamada mujeres. Mientras las chicas esperaban su pedido (una tenía un saltamontes en el culo y yo quería avisarle), el señor miraba hacia todos lados haciendo notar la incomodidad de quien jamás iría a un lugar así por motus propia. La cosa es que cuando le direron su chori mostró la hilacha. No se quería ir más el viejo. Lo tuvieron que llevar prácticamente engañado al auto y con un sandwich completo en la mano.
bien sabemos que amo el sushi, el sandwich de salmón con rúcula y queso brie, sandwich de jamón crudo con tomates secos, las típicas opciones palermotontas. Pero el atraconazo en costanera no lo cambio por nada, sabelo.